Sabíamos que la obesidad y el sobrepeso son factores de riesgo para enfermedades; con la pandemia mundial del coronavirus descubrimos que son peligrosos aliados de la Covid-19. En España, se estima que un año antes de la crisis sanitaria, en 2019, uno de cada cuatro hombres y una de cada cinco mujeres padecía obesidad, entendiendo esta como un índice de masa corporal mayor a 30. (IMC>30). El riesgo relativo de enfermedad crítica de Covid-19 aumentó en un 44% para personas con sobrepeso y casi se duplicó en personas con obesidad. De manera que las posibilidades de que el desenlace de la enfermedad sea fatal aumentan cuanto más nivel de obesidad haya.
¿Por qué afecta tanto la obesidad a la Covid-19?
Un estudio realizado por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) indica que la obesidad es un factor de riesgo para sufrir una hospitalización por Covid-19. Sus investigaciones concluyen que el 80% de los pacientes que presentaron un cuadro de Covid-19 grave, necesitando intubación, ventilación mecánica en la UVI o que por desgracia fallecieron, eran obesos.
Una persona con obesidad tiene más riesgo de trombosis, fuente importante de complicaciones en la COVID. Además, la obesidad provoca un estado que aumenta las posibilidades de inflamación y una alteración hormonal, que también provocan que haya más inflamación y, por lo tanto, más riesgos ante el coronavirus.
Frente a todos estos datos, los profesionales expertos concluyen que los pacientes con obesidad contagiados de Covid-19 podrían fallecer no como consecuencia directa del virus, sino por la alteración de la respuesta inmune que causa una respuesta hiperinflamatoria. Esto, a su vez, es responsable de la insuficiencia respiratoria que padecen los pacientes con Covid grave.
Hora de tomar medidas
Con la Covid-19 hemos sido más conscientes de nuestra vulnerabilidad, bien porque nos ha tocado de cerca la enfermedad o simplemente por estar expuestos a informaciones diarias sobre las consecuencias de virus. Cuidarse más es una de las reacciones inmediatas que hemos tenido, y que no conviene aparcar, por mucho que los datos de la pandemia (afortunadamente) hayan mejorado.
Empezar a adoptar unos hábitos de vida saludables es más fácil si pedimos ayuda a un profesional dietista o nutricionista. Hay que tener en cuenta que cada persona necesitará un plan específico a sus necesidades, su trabajo, sus horas de sueño, si hace ejercicio o no (aunque es recomendable hacer al menos media hora de ejercicio al día). Intentarlo sin ayuda seguramente hará que nos desanimemos antes de tiempo, al no obtener los resultados, encontrarnos demasiado cansados o sencillamente aburrirnos de comer poco variado. Por eso, lo mejor que puedes hacer es contactar con profesionales de confianza, que te ayuden a mejorar tus hábitos alimenticios.